Marzo extiende sus manos de hierba verde,
reta al viento y a la nieve,
mientras el sol sonríe
y le guiña un ojo entre las nubes.
Sus ojos alumbran prímula y tallo,
su corazón se viste de blancos almendros
y abre sus alas de cigüeña,
que tocan campanas del horizonte.
Barre la nieve de las cumbres,
creando riachuelos de risa y canto,
que prenden en las ventanas
macetas de esperanza.
Grita vida en el camino,
sacude las alfombras del silencio
y airean las cortinas su libertad,
que corean bandadas de aves.
Marzo abre sus brazos dorados,
acoge el misterio de la flor:
La muerte y resurrección de Jesús,
que nos impulsa a todos
hacia nuestro destino definitivo.
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Madrid 22-marzo-2018
M. Jesús Muñoz