La niebla difumina los ojos del paisaje
y perfila el paso y el recuerdo
del solitario caminante,
que busca con valentía y coraje la luz,
entre centinelas del tiempo
y silencios de hielo
que hieren su paz y su temple.
Mientras, alguien sopla y prueba la flor,
que tiembla en la rama, abraza sus pétalos
y resiste con dignidad el empuje,
que mueve su vida y su destino...
Se torna el soplo en sonrisa y corazón
y aliviada, la flor, se balancea y respira
sin miedo sobre el propio abismo.
Al instante una ardilla se descuelga al vacío
y juega con el riesgo y la destreza
a alcanzar el fruto, lejano y vital
que le espera y le reta...
Se agarra, gira, salta con ímpetu y avanza,
cruza el espacio y toca el milagro,
que le impulsa y alienta.
La luz esta en tus ojos, la flor y el fruto en tus manos,
perfilando el recuerdo, la sonrisa
y el toque del milagro...
La nobleza de tu corazón borró la niebla,
calmó el viento y se alzó sobre el vacío
y el espacio con la serenidad
y el poder de un mago.
Mi gratitud por las imágenes al blog:
Madrid-29-noviembre-2014
M. Jesús Muñoz